Comienza una siguiriya con estas palabras: "yo no soy de esta tierra ni conozco a nadie". Y así me siento un poco, así me defino hoy, ayer, quizá mañana, eso escuchaba ayer de la voz del gran Enrique Morente y del rasgueo de otro grande como Sabicas. Precisamente en el mismo momento que comenzaba a andar una inmensa riada humana que nutrió la gran manifestación que ayer tarde recorrió el centro de Barcelona. Honestamente me digo que no, que ésta no es mi manifestación, que nunca sentiría como mía una movilización colectiva que -en el estado actual de cosas, ni una coma fue movida del guión, no lo olvidemos- fuera teledirigida por grandes medios de comunicación, anunciada, inspirada, retransmitida en directo por la televisión pública, defendida, sostenida, vanagloriada por El Periódico o l'Avui, encabezada por, entre otros, aquellos que han marcado la agenda política de los últimos años, los que nos han impuesto esta democracia de baja intensidad, los que desactivaron los movimientos sociales transformadores, los discursos emancipadores, los proyectos de vida diferentes, por los que nos siguen desalojando centros sociales, por los que dirigen a los que nos golpean en las calles, los que detienen, concentran y deportan a inmigrantes, por los que nos han impuesto la factura de ésta y de las futuras crisis que nos vengan, por los que nos convocan a una huelga general en la que no creen, los que especulan con nuestras vidas, los que convierten nuestras ciudades en grandes escaparates uniformados y uniformizados, los del Hotel Vela, los del Palau de la Música, los de los Juegos Olímpicos de Invierno, los que hablan de privatizar la educación, el copago sanitario, los que imponen recortes sociales, los que quieren ser ministros, los homófobos, los integristas católicos, los que nos niegan la memoria, los que la legislan... Y claro, habían muchos otros, estaban muchos más, gente a la que quiero, a la que respeto, a los que considero compañeros de viaje, con los que puedo compartir sueños, proyectos, ideas, lado de trinchera, con los que he gritado, con los que me he indignado y he llorado. Pero no, amigos, compañeros, amantes, esta no es mi manifestación: os digo, me digo, con muchas contradicciones, preso de la esquizofrenia y los sentimientos enfrentados "yo no soy de esta tierra ni conozco a nadie". El nivel de hartazgo es alto, no puedo más, basta ya de banderas, de trapos, de mercadear conceptos e ideas: basta de rojas, azules, basta de Mundial de fútbol, basta de fascistas, de esencias, de dignidades nacionales, de tribunales caducados. Tampoc sóc d'eixe món.
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