Xavi, lo que tú piensas también lo he pensado yo. Quizá entonces la diferencia, si queremos buscarla, está en otro lugar, quizá el verbo sería otro, quizá entonces lo complicaríamos más intentando hacerlo más inteligible. Quizá entonces debería decir(te) que lo que ocurre es que no lo siento, que no lo siento así, que no lo siento mío, que no lo puedo hacer mío porque no me siento partícipe. O quizá todo es miedo o cobardía. Puede ser que no quiera enfrentarme a estas cuestiones de una forma honesta y decidida, así como intento hacer con todo aquello que me rodea. Quizá en este punto me he dejado vencer antes de emprender una batalla que es, en primer lugar, personal, emocional, íntima, mía. Quizá es que soy cómplice. Entonces, ¿debería elegir? Entre qué, para qué. Quizá, entonces, es que me siento bien -ahora sí- instalado en la esquizofrenia, en la no adscripción, en la oposición, en la contradicción, en la duda: en el anti-todo pero haciendo nada. ¿Pero es que debo hacer algo al respecto? Porque, efectivamente, como tú dices, no estamos frente a un mundo que se acaba: son otros los mundos que se acaban, precisamente los que estuvimos a punto de tocar, los que hemos soñado, por los que tantos y tantas lucharon, rieron, festejaron, cantaron, sangraron, cayeron. No, Xavi, es otra la derrota cultural que estamos sufriendo -y claro, lo sabes bien porque, en parte, lo he aprendido de ti-, son otros los campos de batalla. No creo que éstos necesiten de senyeres o de rojigualdas, reconociéndote, por otra parte, que estoy seguro que me encontraría de lado y no de frente las primeras, en otras manos y no en las mías las segundas. En esa batalla sí me encontrarás, ojalá pueda librarla con gente como tú. Ayer no podía, no quería. Pero ay, fíjate, escúchame ahora que te quiero hablar bajito y con complicidad: clandestinamente seguía esa manifestación televisiva, televisada. Clandestinamente se me abrieron los ojos al ver a mucha gente que seguro estarían a mi lado en otras ocasiones, clandestinamente me alegraba al ver a aquellos que no querían ceder el protagonismo a los mediáticos. Pero no, Xavi, no me eché en falta ayer en la manifestación, como tampoco me voy a echar en falta hoy en unas hipotéticas celebraciones que nada tendrán de futboleras (¿o sí?) y mucho tendrán de politiqueras y alas darán a los fascistas, a los españolistas, a esos mismos que, de otro ropaje y otra guisa, con otro acento pero quizá con unas mismas referencias culturales que algunos de los que ayer asistían a la mani.
No sé Xavi, no lo sé. Quizá todavía no estoy vencido, quizá es maravilloso que siga contradictorio, encontrado, dudoso, miedoso, alegre y combativo como tanto me gusta decir y decirme. Y nos veremos en Mallorca y reiremos y discutiremos y volveremos a estar en un sitio que es tan cercano que por eso, a veces, necesitamos alejar los ojos para poder enfocar la vista. Un abrazo,
Ivan
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