"desea el hombre una cosa, le parece un mundo,
luego que lo consigue, tan sólo es humo"

sábado, 21 de enero de 2012

Memoria del futuro: autoorganización vecinal

“Nuestro primer problema es que había que tener un sitio donde reunirnos y entonces nos buscamos un suelo del que sabíamos que la Iglesia había pedío para los pobres del barrio y lo único a lo que se dedicaba era a explotarlos y nos hacemos con un terreno de 260 metros cuadraos y estuvimos trabajando un año (…). Todos los sábados y todos los domingos (…). Levantamos un edificio con 260 metros cuadraos, con duchas y váteres públicos (…) [para] no tener que ir a la Glorieta de Embajadores a ducharte (…). Levantamos ese edificio con un salón de actos, donde había una biblioteca, donde preparamos una habitación para la abogada, Amalia Liñán, que venía todos los sábados (…) y allí es donde todos los miércoles teníamos la asamblea, pero donde lo típico era los sábados y los domingos tú veías a los hombres y las mujeres con su toalla al hombro y su bolsita a la asociación a ducharse, donde el agua era clandestina (…). Aquello fue una epopeya, levantar aquel edificio porque no teníamos ni un duro (…). ¿Pues sabéis cómo empezamos? Resulta que las fiestas de los barrios siempre la hacían los falangistas retiraos y gente de esta que lo utilizaban pa sacar dinero para ellos y en Orcasitas no era menos (…). Las fiestas del año 71 y 72 las organizamos por primera vez y ganamos cuarenta mil pesetas (…). Y una rifa que hicimos (…). Y que por ejemplo, para las vigas que hacían falta (…), fueron postes de la luz, fuimos un día de Jueves Santo tapando la matrícula de un camión, por la noche los fuimos a quitar al barrio de Orcasur (…). Enganchamos el agua (…). Sabíamos que el cura sí tenía agua, los demás no pero el cura sí tenía, entonces una noche nos pusimos, poniendo piquetes de vigilancia (…) por si venía la Guardia Civil (…), nos ponemos una noche a picar, a picar, a hacer una zanja (…) pa enganchar clandestinamente la tubería del cura (…). Era de hierro (…), aquello fue frustrante (…). Entonces luego ya posteriormente en la chabola de un vecino (…), Antonio el Fruta (…), 'nos tienes que dejar hacer un empalme antes de que llegue a tu contador' (…). Ya teníamos agua clandestina, ya teníamos agua pa las duchas del barrio (...). Por allí es donde pues de alguna manera nos hemos ido haciendo personas, pues legiones de gente de Orcasitas, pues donde por primera vez has leído un libro, donde por primera vez has escuchao un abogado laboralista (…). En el año 73 sólo teníamos un chaval con estudios, el hijo de Juan el electricista (…). Intentamos exportar el modelo y recuerdo que algunos domingos (…) [fuimos] al Pozo del Tío Raimundo cuando ellos hicieron su local. El primero que no fue ni de curas, ni de falangistas ni de cosas de estas, de la Asociación de Vecinos de Madrid fue el de Orcasitas (…). Fuimos a trabajar allí y luego nos fuimos al barrio de El Progreso (…). Aquello lo exportamos (…). Eran unos años pues importantes de solidaridad, los lazos entre la gente, primero te ayudabas económicamente pues pa poder vivir y luego los otros lazos porque te estabas jugando el tipo (...)”. 
[entrevista a un activista de la Asociación de Vecinos Meseta de Orcasitas]

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