Se nos rompió el amor de tanto usarlo. Quizá este podría haber sido el título de esta entrada. En todo caso, déjenme que les explique un cuento, que se lo cuente por el final, al revés y del revés, con la piel por dentro y el corazón por fuera, en las manos. Hablará la sangre, la que me hierve; la rabia, esa que me mantiene despierto, casi al límite del hartazgo. Que poco aguante tengo, al fin y al cabo. Es verdad, eso es cierto, yo no pasé una guerra, ni una posguerra ni una dictadura de cuarenta años que si los dices todos juntos, seguidos y en orden, parecen lo que fueron: muchos, demasiados, implacables. Tampoco viví los años del cambio político, no, no. Sólo los investigo, a ratos y a trozos. Y ahí vuelve a revolvérseme todo.
Porque, ¿saben? Yo tampoco he vivido conscientemente tantas huelgas generales. En realidad sólo la última, la del "decretazo", aquella que un tipo repeinado -Pío Cabanillas se llamaba- dijo que no existía porque él había podido comprar el periódico. Pero claro, es que ahora que me toca vivir otra, resulta que "es una gran putada". Una gran putada con tres meses de retraso, de preparación que diga. ¡Lo notan, lo sienten, la Huelga está presente! Una huelga que convocan otros tipos -estos no se repeinan, tienen que guardar ciertas apariencias-, unos que no se creen ya nada de lo que dicen porque cuando se lo creen les salen perlas como las anteriores. O como esa otra de que el PP no nos sacará de la crisis: ¿y quién lo hará? ¿Y a qué se refieren? A la derrota cultural que nos infligieron sus padres de despacho, esa en la que ellos ahondan con unos cuantos años de conciliación, de paz social, de apretarse el cinturón, de mirar para otro lado mientras brindan con aquello de "arriba, abajo, al centro y adentro". O de qué me están hablando. Porque, en parte, me hablan a mí también. Porque sí, porque yo me voy a sumar a la Huelga, a la mía y a la de tantos otros que queremos que no se quede ahí. A los que estamos hartos de tanta desmovilización, de tanta desorganización, de tanto mirar para otro lado también desde el nuestro.
Y lo voy a dejar aquí porque me vuelve a hervir todo. Y porque todo está por hacer y porque ya basta de palabras y porque hay mucho que decir.
Descansen En Paz cúpulas sindicales de mayoritarios sindicatos. Quédense tranquilos, no se muevan, recen, pidan al Dios que quieran. Porque, pase lo que pase el 29 de septiembre -pase lo que pase que parece que va a pasar- ustedes habrán ganado. Ganarán si fracasamos porque era una gran putada pero ustedes lo intentaron. Ganarán si tienen éxito porque era una gran putada y ustedes lo hicieron. Pero siempre habrá alguien que aceche a la sombra, siempre tendremos motivos, siempre seremos muchos y de nosotros dependerá ser muchos más
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